La lista de ventajas que nos ofrece es larga: cambió la forma en la que se dan las comunicaciones, permitió llevar el trabajo a todas partes, hizo más asequible la educación, rompió las fronteras geográficas, permitió que las personas se mantengan informadas en tiempo real, etc. Sin embargo, no se deben ignorar los peligros y riesgos que puede conllevar el hacer un mal uso del mismo, sobretodo en sectores de la población especialmente influenciables o vulnerables como pueden ser los niños, los adolescentes o las personas con determinados problemas psicológicos.
Los principales riesgos asociados a un mal uso de internet son:
- El acceso a contenidos no contrastados, poco fiables o falsos.
- Una sobre estimación, dispersión de la atención o dedicación de excesivo tiempo para buscar una determinada información.
- Los menores pueden verse influenciados por una publicidad engañosa o abusiva, que les incite a realizar compras por internet sin la autorización de sus padres. Los datos personales y los códigos secretos de las tarjetas de crédito que se facilitan en las compras pueden convertirles en víctimas de estafas o robos en páginas web poco fiables o controladas por terceros.
- El desarrollo de trastornos psicológicos como la adicción a internet que pueden surgir cuando confluyen determinados factores, como problemas en la autoestima, la sociabilidad o dificultades familiares, unidos a la vulnerabilidad típica de esta edad y a la cantidad de estímulos atractivos y sensaciones placenteras que puede proporcionar internet.
Un adolescente puede haber desarrollado una adicción a internet cuando de manera habitual es incapaz de controlar el tiempo que permanece conectado, relega sus principales obligaciones, evita o abandona otras actividades importantes, pierde contactos sociales, reduce las horas de sueño, descuida hábitos de alimentación, salud, higiene personal y actividad física y tiende a mostrarse irritable. Existen diferentes modalidades específicas de adicción a internet, como la necesidad de buscar información constantemente, la de la búsqueda de determinadas sensaciones, la de frecuentar entornos sociales, anhelando conocer gente nueva con personalidades ficticias, la adicción al juego o a la compra compulsiva, entre otras.
Efectos del internet en el cerebro.
En 2008 el tecnólogo americano Nicholas Carr publicó un artículo en el que afirmaba que Internet estaba erosionando nuestra capacidad de concentración y de pensamiento crítico, e incluso aseguraba que la Red cambiaría la estructura de nuestro cerebro y forma de pensar. Expertos de diversos ámbitos comenzaron a realizar estudios y a reflexionar sobre la relación entre la Red y nuestras capacidades cognitivas. Algunos coincidían con Carr, pero otros como Clive Thompson descartaban esos argumentos asegurando que siempre que surgía una nueva tecnología se producía el mismo debate. Estos tecnooptimistas afirman que la Red no solo potencia nuestra agilidad cerebral, sino que además nos permite aprender más y más rápido, en definitiva, nos está haciendo más inteligentes.